No habeis podido velar conmigo una hora?
(Mateo 26:36-40) Cuando podíamos hacer nuestras actividades con normalidad teníamos excusas innumerables para no comprometernos con Dios: el sueño, el trabajo, las múltiples ocupaciones, pero ahora, que necesariamente estamos en la quietud de nuestro hogar cuál es la excusa?
Dios nos detiene intempestivamente para conocer el estado de nuestro corazón y poner a prueba todas nuestras excusas al acercarnos a su presencia.
Karen Prieto