DESECHANDO LA COMIDA DEL REY

La comida de una rey es un banquete exquisito difícil de rechazar, el sabor de sus finos postres, carnes y otros platillos de alta cocina, pueden deleitar el paladar de cualquiera. El mundo y sus placeres son como ese banquete, son deliciosos al paladar y su apariencia es muy atractiva, pero luego ese sabor exquisito y placentero se convierte en hiel amarga que entristece y agobia, dejando un vacío en el corazón producto de el distanciamiento con Dios a causa del pecado.

Daniel 1:8 Esta analogía se relaciona con el hecho registrado en primer capítulo del libro de Daniel, donde este personaje y sus tres amigos, Ananías, Misael y Azarías deciden no contaminarse con la comida ofrecida por el rey, que había sido consagrada a ídolos y por tanto estaba espiritualmente inmunda.

Daniel 1:9 Podemos ver la primera recompensa de Dios a causa de la decisión del corazón de estos muchachos, Dios les dio gracia delante de los funcionarios del imperio más poderoso del mundo en aquella época, de quienes podemos ver en los versículos siguientes como ponen en riesgo sus vidas y deciden cumplir la petición de Daniel, de que no se les diese de comer del banquetes del rey, para que a cambio de ello, se les diera legumbres y agua por alimento. Desafiando la lógica humana, al cabo de diez días Daniel y sus amigos fueron hallados más robustos y fuertes que los demás muchachos que sí se alimentaban de la comida real.

Daniel 1:17 La segunda recompensa que vino de parte de Dios fue el conocimiento e inteligencia en todas las ciencias, sumado a esto fue allí donde Daniel recibió la capacidad de interpretar sueños y visiones.

Daniel 1: 19 – 21 Como si fuera poco con lo anterior, Dios los exaltó por encima de todos los sabios y eruditos del gran imperio de Babilonia, el más importante y poderoso de la época. Dice la Biblia que no fueron hallados otros como ellos, convirtiéndose así en consejeros del rey y siendo diez veces mejores que los demás. Como hijos de Dios, tenemos la responsabilidad de no contaminarnos con las ofertas del mundo que nos alejan de Dios. A nuestros ojos pueden verse muy atractivas y tentadoras de probar, pero su fin es camino de muerte. Vemos que no es necesario estar de acuerdo con el mundo con el fin de agradarlos, porque si somos firmes en nuestras convicciones basadas en Dios y su palabra, El mismo nos dará gracia ante las personas que nos debimos oponer por defender los principios del Reino. Igualmente recibiremos dones, inteligencia y revelación divina para manejarnos en nuestros asuntos con sabiduría. Mantengamonos fieles a Dios y no caigamos en los negocios de este mundo, donde llaman malo a lo bueno y bueno a lo malo.